top of page

NUESTRO MANIFIESTO

El Arte del Cuido y La Revolución del Placer

Cada mujer es una manifestación única y maravillosa de la gran madre. El cuerpo de cada mujer, su sangre, sus ríos, sus lagunas y nacederos se vuelven nuestro frente de batalla, nuestra militancia. Cuidando el placer de cada mujer, estamos seguras de que renovamos nuestro tejido social y cuidamos a la gran madre.


Recordamos los pasos de Bachué, de la gran madre que salió de Iguaque a enseñar el arte de cuidar al pequeño niño que la acompañó en su salida. El cuido comenzó con el arte de la palabra para así entender y practicar un respeto profundo del canto y la danza de todos a su alrededor, ahí cuidaron, y ahí parieron y criaron juntos a la humanidad desde estos principios.


La nueva humanidad, está llegando y necesita de un cuidado real, necesita de lugares donde desde el placer restablezcamos la comunicación auténtica con todo lo que existe, y así acceder a un conocimiento profundo de nosotros mismos. Todos tenemos un canto y una danza primigenia, y ese aliento divino, se debe cuidar desde que se nacemos hasta que morimos. Entendiendo, que el aliento de cada uno, es necesario para construir un pensamiento colectivo y sistémico de la realidad, restableciendo así un verdadero equilibrio desde la autenticidad del ser.


Decidimos, retomar las riendas de la historia de la humanidad, porque desde hace cientos de años se viene alejando de su esencia -de lo que somos-, de nuestros cantos y danzas propios. Nutrimos y damos alas a la pulsión natural del cuerpo y del espíritu, para desenmascarar el deber ser, que nos han impuesto desde la colonia y que ha normalizado la violencia. Regresamos a amar profundamente nuestras necesidades, lo que nuestros cuerpos piden, para mirar con atención las falsas necesidades que la cultura ha sembrado en nosotras.


Decimos, con plena certeza que el canto es sagrado, que el gemido es la manifestación profunda del aliento divino, producto de la danza y el ritmo de la sagrada unión. Este respeto del ritmo y del canto del otro, debe llevarse también a lo sexual como una de nuestras manifestaciones más elevadas con el universo, que no está relegada exclusivamente al propósito de reproducirnos sino al de reconectarnos con nuestra esencia y potencial humano y  divino.


Cuando la madre y el padre, terminaron de parir y criar a la humanidad, se convirtieron, en dos serpientes, que regresaron a la laguna de Iguaque a resguardar el mundo del agua; que representa las emociones en nosotros. Ordenamos nuestras emociones, para cuidar la transmisión del conocimiento, de lo que aprendimos y lo que estamos entregando a la siguiente generación. Buscamos, poder movernos entre nuestras aguas, para poder ver claramente, para que nuestro fango pueda permanecer abajo y el agua cristalina arriba. Así aseguramos no perpetuar el daño que causa no poder discernir claramente entre lo positivo y lo negativo. El horizonte de nuestro trabajo está en el canto de nuestra sangre, que es el canto del espíritu y de nuestra esencia como humanidad. Recordamos y reclamamos la profunda sabiduría del canto y la danza de origen; de lo que vinimos a ser en plenitud en la tierra. Decidimos acompañar a las mujeres a oírse, a conocerse y disfrutarse.


Caminamos con la convicción de que a medida que trabajamos juntas hombro a hombro, corazón a corazón, útero a útero, se darán las condiciones que garantizan el respeto de las decisiones de cada mujer sobre su cuerpo. Siendo esta la forma mas efectiva de renovar nuestro tejido social y la forma en que habitamos la tierra.

Iguaque-Laguna13-ArchivoParques-HernanLopera.jpg
bottom of page