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EL ARTE DE ACOMPAÑAR

Nuestro modelo de acompañamiento

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Estamos hechos de todos los fluidos de la madre; nacimos parte y uno con el gran cuerpo que es el territorio, la comunidad, la familia, la pareja y una misma. Cada una es un canto y una danza únicos; honrar este aliento propio es para nosotras el cuidado de la semilla vegetal y humana. En el cuidado de nuestras relaciones con la gente de todos los mundos (el mundo animal, vegetal, mineral, el mundo del agua, de la tierra y todos los mundos que existen); acompañamos, aprendemos y danzamos el ritmo que acompasa la vida y la muerte. Nos es inherente el movimiento, el cambio y la transformación, por eso nos entendemos parte del gran ciclo. Lo que no se mueve, es lo que entendemos como ilusión. En este orden, todas las formas de perpetuar algo en lo natural son entendidos como una manera de someter a la gran Madre, la naturaleza, y es el origen de toda enfermedad.

Para nosotras el territorio es el cuerpo de una mujer; la sensualidad y sexualidad es el lenguaje con el que nos relacionamos con este cuerpo, y de esta relación hacemos de nuestro vivir un terreno fértil o árido. A partir de esta mirada acompañamos en todos los ciclos y procesos, haciendo del oficio de acompañar una apuesta por la pervivencia del tejido humano con el placer como camino.


Nuestro modelo de acompañamiento, ha sido diseñado para promover el estar bien durante cualquier ciclo de las personas, las familias, las comunidades, las instituciones, y las mujeres, siendo éstas últimas el centro de atención de nuestro modelo. Por lo tanto, buscamos que las personas a las cuales acompañamos, tomen decisiones informadas, libres y seguras, para lo cual, nos hemos juntado y tejido con el pensamiento y la lengua de la medicina convencional, el pensamiento y la lengua de la ciencia, el pensamiento y la lengua de las leyes, junto con nosotras las parteras tradicionales e interculturales desde el pensamiento y la lengua de la medicina tradicional, sabiendo que las mujeres somos agentes de transformación social.

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Partería tradicional

Entendemos como partería tradicional una matriz de pensamiento que ha garantizado la pervivencia de los pueblos indìgenas, manteniendo y nutriendo el cuerpo de la tradición, entendido este como el conjunto de prácticas, usos y costumbres propias de los pueblos, comunidades y territorios. La partería tradicional, ha existido desde el amanecer de la humanidad, y se mantiene, pese al continuo proceso de colonización del cuerpo de la mujer, este proceso, se ha encargado de vender la posición políticamente correcta de la mujer en la sociedad, haciendo que esta se aleje de sus necesidades reales. Lo que ha buscado la partería tradicional en el tiempo actual, es llevar a las gentes a la de-colonización del sistema de pensamiento para que de esta manera, cada persona enaltezcan sus decisiones.


Las parteras tradicionales, son aquellas que han aprendido de sus madres, abuelas y comunidad sobre el oficio de la partería y que hoy sus mismas comunidades las reconocen como parteras tradicionales. Por lo tanto, son figuras de respeto y de consejo para las otras gentes. Las parteras tradicionales, hacen parte de comunidades Indígenas, Campesinas, Afro, Raizales y Room y ponen al servicio, los usos y costumbres de sus pueblos originarios.

Partería intercultural

La partera intercultural, surge del proceso de colonización creado por los sistemas occidentales, los cuales a través de los tiempos se han encargado de implantar necesidades ajenas en la sociedad, generando, un paradigma masivo de enfermedad que ha imposibilitado la gestión y la autogestión en salud. Dado lo anterior, se ha generado un profundo proceso de extrañamiento, frente a nuestros cuerpos que ha hecho indispensable volver la mirada a las prácticas tradicionales, para construir un puente, que permita reencontrar este pensamiento con los cuerpos que somos ahora.


Es así, como La partería intercultural resuelve este puente, extrae y se nutre de diversas matrices de pensamiento ancestral, tradicional y moderno, aportando a la permanencia y valorización del oficio, integrando no solo el pensamiento tradicional indígena en torno a la salud, pues al mismo tiempo articula el pensamiento científico, el pensamiento de la medicina moderna, el pensamiento de las leyes, de esta manera y a partir de un enfoque de derechos, lograr acompañar a las personas en sus necesidades reales desde la no violencia.

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